AMANTES ENTRE ESPEJOS.

Escuchando el tañido del laúd
que entona las voces que nos unen,
nuestros ojos y oídos se extasían,
con las palabras mudas que percibimos,
en este sigilo con el que nos enlazamos,
que sin planearse se ha hecho secreto,
porque para nosotros lo reservamos,
mientras la realidad trasciende,
no necesitamos más que mirarnos,
a través de vocablos que van deduciendo
las sensaciones que en nuestro interior
estamos sintiendo,  sin experiencia,
pero,  con la destreza de las emociones,
no podemos tocarnos pero nos sentimos,
sabemos que estamos sin encontrarnos,
en un mismo lugar, en un lecho
donde la pasión hable sin reservas ni recelos,
lúdicas figuras que representan
la voz con que hablamos, y las caricias
que mueren en nuestros labios y manos,
sonido sin tiempo,  sin eco
sin más espacio que el nuestro,
y  que van penetrando para coexistir
en esta irrealidad por demás presente,
pero no por mentiras ni engaños,
no amor de mi vida,  nunca fingimos,
son las fantasías con las que soñamos
las creadoras, las hacedoras perfectas
de todo lo que imaginamos;
de lo que queremos darnos,
no seríamos los amantes que somos,
si nuestra imaginación no fuera cómplice,
de este amor singular y ajeno  
a la existencia misma
que no se opone  a nuestra esencia,
sino  argumenta nuestra presencia,
para poder sórbela estando en brazos,
entregándonos sin dejarnos vencer
porque la fuerza del amor se antepone,
a límites, a mares y al mismo cielo
que cubre a los cuerpos lejanos,
aún sin conocer el sabor de sus besos,
el calor del aliento que empaña
los cristales que reflejan las ganas,
engendradas para amarse.