SIN HOSTIGAR AL VIENTO

Sin hostigar al sosiego del viento
emanado de nuestros alientos,
nos abraza para respirarlo y exhalarlo,
convertido en besos que nos ciernen,
para que las caricias se filtren por doquier,
en cualquier resquicio dejado
de explorar,  no por olvido, no,
porque nunca olvidaríamos
colmar de nosotros las oquedades
que han quedado  huérfanas
por los roces de nuestras manos,
ni esa orfandad emerge de las ganas,
tal vez,  nuestras huellas pasaron de largo
sin poder rozar el ensamble tejido
con el amor y la pasión que emanamos,
entonces amor, es cuando el viento
de los labios quien devuelve el trote,
que hace vibrar nuestras naturalezas
atraviesa los caminos ya andados,
pasa y se detiene, besa y acaricia
e esos pequeños roces olvidado,  
más no desdeñado o desechados,
deslizándose como fresca brisa
que  aun siendo el relente de los besos
esparcidos en nuestros planos,
nos enardece e incita a tenernos,
porque esa exigua humedad que brota,
habla del comienzo de manantiales
que poco a poco van fluyendo
de nuestros adentros, los traspiramos,
enlazándonos gota a gota,
y del bosquejo que vamos dibujando
con lúdicos trazos delineados
a lo largo y ancho de lo deseado,
emancipamos los pensamientos
para plasmarlos sensualmente
con los dedos, con las manos,
con los labios, con toda la estructura
que se hace un solo armazón
para tendernos en abrazos.