HACIENDO MOLINOS CON LOS LABIOS

 

Cubiertos con el mismo tegumento,
que reviste las ansias que nos unen,
y enredados con las fibras hilvanadas,
con la enajenación de ser un solo cuerpo,
y lo somos, y estamos, y nos liamos
resguardando el sensual eco emitido
desde lo profundo, desde lo externo
solo con el simple hecho de rozarnos,
escuchamos nuestro oscilar sin tiempos,
sin prisas porque el reloj lo detenemos,
no necesitamos de manecillas que midan
ni horas, ni minutos ni segundos
solo queremos enrollar los anhelos
expelidos con las lascivas dotes
que nuestros alientos nos proveen
al rozar los labios y sorbernos,
acariciando nuestros enardecidos planos,
en los que esbozamos los trazos
que dibujan el silencio de cada espacio,
se repliegan los sentires y los ánimos,
somos dos, somos uno, somos todo;
entonces, me envuelves en este andar
del viento que esparces al moverte,
tu cuerpo pegado al mío;  y te ando,
camino en ti y me encamino al centro
de la tierra que espera mis pasos,
mientras mis  manos fraguan halagos
para hacerte sentir que estoy a tu lado,
me sientes,  tiemblas, vibro
y retumban las ganas de amarnos,
al despejar  las sendas que ocupamos
con las manos, con los labios,
con las mismas huellas que vamos dejando
quedando impregnadas para encontrarnos,
toda vez que repasamos cada esquina
cada borde, cada poro donde los afanes
dejamos colgados en nuestro cielo,
entonces volamos, levando los deseos
para insertarlos al llegar a la cúspide
de la cima que hemos escalado,
y con los labios haciendo molinos
para embeber el néctar deseado.