AMOR EPICUREO

Mi tormentoso amor,
borrascoso y desenfrenado,
más no oscuro ni nocturno,
tampoco lóbrego ni sombrío,
simplemente huracanado,
libertino, erótico, lascivo,
violento ante la gente,
innombrable por secreto,
más secreto solo nuestro
perdido para muchos, más no perdido mío,
tú… donde mis deseos
expelen fresco ímpetu quemante,
ventilando sensaciones
a los cuatro vientos, airando todos mis caprichos,
para tú complacerlos aleteando mis instintos
con el mismo viento de tu respiro,
sin importar lo impedido, lo ilegal o licito,
más legitimo entre los dos
para solo…,
acariciar indecibles arrebatos, que sin salida
alborotaban todos mis impulsos
tuyo, mío, del tiempo sin espacio,
del espacio sin laderas, ni decoros reprimidos,
nuestro amor nació prohibido,
impulsando por la sinrazón
a no besar corduras,
siempre perdiendo el albedrío entre brazos
existió el cobijo…, tu piel fue mi sudario
¿Y la voluntad?
siempre presente porque cómplices nos hicimos,
no se dio la intención de no ser
cuando ser quisimos, simplemente fuimos…,
haciéndonos conjunto en el vacío,
solo fuimos amantes entre oquedades
extraviados en las quimeras,
de las falacias que requerimos,
y siempre un beso de tus labios
lo hacías caricia enajenante,
quemando a mis sentidos,
proclamando sueños sin formas,
e ilusiones sin prototipos,
más dueños al fin…,
las barreras no versaban jaulas
ni las jaulas eran cárceles
estabas conmigo, y a la vez…, sin cortapisas
con un endeble manifiesto
las fantasías nos unían se deseaban…,
más dispersas iban,
alocando, aturdiendo, sin perder el tino…
Amor epicúreo que a mi piel aromaste,
hundiéndote en mis poros
cómo se hunden las arenas movedizas
que sorbían mi camino
me perdía, eso sí,  sin extravíos,
porque te tenía
fuiste condena sin censura,
más censurada fui,
y no me detuve... Seguí…
Hasta llenar mis pulmones
con la libido de tu oxígeno,
te supe ajeno y así te quise
cuando de tus labios no proclamaste
lo impropio en mi destino
más sin cavilar en todo sino,
continúe entre tus brazos,
locura entregada a placeres,
donde las arenas me apretaban,
más desgranaba lo oprimido,
y el amor se aferraba a tu nido,
aunque amarte nunca me fue permitido.