CONFIESO QUE...

Tu cuerpo… Mi refugio perfecto,
donde soy nido de tus ambiciones,
urdimbre de tus  fibras,
trama de pasiones;
Tus besos y caricias… El comienzo
de mi locura donde pierdo el sosiego,
cuando cómo fuerte viento,
sacudes mi atmosfera, mi cielo,
perdiendo la respiración
al sentir tu cálido aliento;
Eres… el principio y el final
de mi lascivia, el deseo que alimenta
todo el apetito que generas;
Tu lujuria… El confín de mis instintos,
sin límites ni fronteras, que arrebaten
la libertad de devolverte lo que es dable;
Tu demencia… La razón de mi insensatez,
sin explicaciones ni argumentos,
me doy  con solo sentir la yema
de tus labios,
el roce de tus dedos, la voz de tu piel
dialogando con mis formas;
el silencio que hace eco,
en la sonoridad de mi sigilo;
Tu erotismo… El germen de la libido,
que acrecienta mi locura,
mi pasión, la cadencia de mis ritmos,
donde tus impulsos son el ímpetu
de mi vehemencia, la energía
que fusiona las aspas de mis molinos;
Tú… Sólo tú… Mi locura, mi sinrazón,
el goce perfecto que disfruto,
cuando el juicio me abandona,
y entre tu cuerpo me pierdo;
Yo… Fuego que abrasa tus emociones,
agitando la intensidad de tus latidos,
produciendo el ardor de convicciones,
para darte una a una las sensaciones
que provocas cuando tu  lengua la deslizas
apretando mis labios con tu boca.