EN LA MUDEZ DEL SILENCIO

Sobran las palabras toda vez,
que mis manos dialogan con tu piel,
haciendo fiesta en tus poros,
danzando, reptando deleitándose,
sabiendo que tu cubierta sorbe
la esencia de mis huellas,  
mientras andan por  ti,
o siempre que mis labios lisonjeros
departen con tu húmeda boca,
en  la mudez del silencio,
impasible tiempo sin reservas,
que arroba a nuestros suspiros;  
intercambio de involuntarios
alientos que sin cesar  bullen
entre gimoteos,  sin más acuerdos,
que paulatinas y a la vez impetuosas
caricias, que fluyen del deseo,
de las ansias, de la codicia
que satisface cada uno
de tus  vehementes anhelos,
y ahí estamos desasosegados  
cuales olas en mar embravecido,
catando  la lujuria en tus besos,
ingiriendo el rocío de tu franja
que alevosa altera a mis instintos,
con los giros y deslices  desde
arriba hacia abajo y del norte
hasta el sur de mi existencia,
mimetizándonos con este ardor,
que aviva la pasión al tenernos.