ENVANECIDA

Me siento ufana, engreída
siendo alquimia en tu esencia,
fuerza en tus salerosos bríos,
deseo en tus fervientes ganas,
ímpetu de la pasión que deviene,
cuando entre brazos fluyen
impacientes tus anhelos,
y tus ojos hablan en silencio,
profiriendo insólitas palabras,
que transforman la quietud
de esta mudez que ensordece
cuando a eco me reclama,
y no existe más sonido
que suspiros que se exhalan,
besos que se desarman,
esparciendo en el ambiente
incitadores y vehementes vientos,
que en tu boca es ráfaga,
humedades que se fraguan,
urdiendo en nuestro sexo
el ardor que sin clemencia
exalta a los afanes y brega…
Si… se azacanan…
Andando sin contiendas,
libres y en esa libertad danzan
enzarzando al alimento
que excita a nuestras ansias;
y ahí estamos… Desnudos
despojados de inhibiciones
que fracturen nuestro encanto,
porque al amarnos
desvestimos lo indecible
y lo indecible trova… Ya con versos,
ya con cantos de gemidos
que en el cenit se abrazan,
escapándose orgasmos sin más voz
que el deleite que canta.