INDUCIÉNDOTE

Estrepitosa entro a tus sensaciones,
en el momento preciso,
que a tu piel rozo con el suave murmullo
de mi aliento, te acaricio
con la tersa huella que cómo estela
marca mi paso por tu plano,
hiendo en ti la paz de tu interior,
se aligeran mis movimientos,
te azoras y te intranquilizo,
agitándote sin remedio, ¡Tiemblas!
Alevosa soy… Pues te tengo…
Y escudriño a detalle  tú sentir,
hurgando quisquillosa a tus emociones,
las palpo, las sorbo, te bebo,
te siento, estoy en tus adentros,
gozas mi meneo y el susurro
que te nombra es un beso,
que se escapa de mi boca,
mi lengua presurosa a tus labios tocan,
acariciándolos con ansias locas,
y a tu piel encrespo, toda, completa,
con mi ávido lengüeteo,
me abrazas, me ciñes a tu pecho,
irguiendo a mi seno cómo si fueran
mariposas estremecidas por el viento,
me miras y sin respiración me dejas
cuando tus certeros dedos encuentran
las puntas que aprisionan,
tus manos, tus ágiles manos…
caen en mí cómo agua
danzando sin freno por mi espalda
y en tu cuerpo quedo prendida,
detenida por tus brazos, sujeta al eje
que en mi hace centro, 
en tu cadera percibes mi temblor,
me recuestas en tu lecho
quedando tus ojos en mi mirada,
y en mi mirada mis ganas gritan
¡Ámame, que yo ya no espero!
Quiero ser tuya y tuya sin freno
teje mis suspiros y exhala mis jadeos
llévame al cenit de este jaleo de gemidos
y hagamos un convulso arpegio
para escuchar notas de orgasmos.