LA BREVEDAD DE TU RESPIRO

Tiemblo, vibro cuando tus manos
las columpias a diestra y siniestra,  
desde el norte hasta el sur de mi naturaleza,
goce intenso,  que regocija a mi silencio,
que abreva mis emociones para que sorbas,  
lascivo roce,  que me trota con demencia,
que me agita,   encendiendo a mis deseos,
incitando a  mis sentidos,
avivando enajenantes a mis ansias,
exaltando con descaro a mi razón,
y soliviantarme acaloradamente,  
de la forma que sólo tú sabes, inventando
engendrando fantasías, que me hacen delirar,
y cómo torrente sin freno desbordas
la pasión, la sensualidad, la lujuria,
haciendo que mi cordura pierda su nombre,
para abandonarse a tus antojos,  
cediendo a tus caprichos,
y entonces… No pienso…
No quiero pensar…
Sólo anhelo concebirte en mí
cómo cubierta de mi cuerpo,
para que ya sin albedrío, endosarte  mi voluntad
a la brevedad de tu respiro,
a la estrechez de tu abrazo,
a la ligereza de ese aire apacible
y a la vez violento,  que en mi expeles,
que me vuelve loca,
y ceñida a tus poros,  me libero
de cualquier inhibición,  que me limite
o que restrinja a mis impulsos,
y con el rotar de tus carnosos labios,
la vehemencia de tus besos se desliza
al tiempo que  la alevosía surge,
atrapando a mis ganas en tus labios  
sintiendo la insensatez de tu serpenteo,
por cada rincón de mi existencia,
y te pido ¡Tómame amor mío!.