LA NOCHE DE ANOCHE

Encontré  entre mis sábanas blancas
a la lujuria que con desenfreno,
derramaste la noche de anoche, 
quedó impregnada de lascivos besos,
de enajenantes caricias que resbalaste
por todo mi cuerpo y que aún proclama
lo que mis fibras  han retenido, a ti, a mí,
a la liviandad del mismo deseo vertido,
que por su ligereza no posterga motivos,
sino los antepone,  para  tener  argumentos
y hacer de esa savia el zumo deseado,  
incitando a mis ganas a sentirme viva
entre tus hilos, a excitar tus caprichos,
y enredada a pecho, tejida a tus piernas,  
urdida a tus ganas soy urdimbre
capaz de enmarañar tus entrañas,
dejando que los afanes inventen,
engendren de sueños, fantasías latentes,
y se ufanen cómo hechizos,
revistiendo cada anhelo, cada brega
con ese toque de magia,  que sabe a libido,
para paladear-lo y degustarlo succionando
el sensualismo que se encaja alevoso,
entre los poros y exhalarlos sin tiempos,  
que hablan y que gritan, que dan y que otorgan,
más que espacios tañidos con yemas inquietas,
porque son carne viva, tan viva que clama,
es sexo, somos tú y yo, es cuerpo, es nuestro,
sin caretas que dejen al viento quimeras,
porque son fantasías que se engendran,  
reteniendo tu aroma, guardando mi esencia
y aún quedan rastros y se manifiestan,
cómo lo hace  la humedad que envolvió
a los besos, a las lenguas que, se enredaron,
y que a los sentidos arrebataron,
para dejar que de ellos emerjan todo lo dado.