¿RENUNCIAR A TUS LOCURAS? ¡NUNCA!

Renunciar a sentir tu alevosa mirada
que me desnuda cuando me miras,
con ese impalpable roce
de tus ojos acariciándome,
con la diestra manera de no decir nada,
pero gritando en silencio,
lo que tu inventiva proclama,
sería evadir el placer que me dotas,
cuando buscas y rebuscas entre
mis sensaciones lo que provocas,
siempre que tus ojos me tocan,
desde el comienzo de esta locura,
en la que fraguas tus intensiones,
que en la demencia de tus deslices
me concedes sentires que me vuelven loca,
demencia pasional que me alborota toda;
renunciar a sentir cómo ruedan
tus dedos por mis ropas,
con la pretensión de despojarme
una a una … Completamente de ellas, 
sabiendo que  me estorban,
para sentir tus yemas derramarse,
como manantial de lujuria,
sería cuajarme entre mentiras
que ni yo misma creería…
que mi cuerpo no reconocería,
porque bien sabes,  que toda vez
que tus manos se empalman
solo quiero sentirlas;
renunciar a tu boca y labios girando
y dando vueltas por mis esquinas,
por cada resquicio donde tu lengua
rompe con bridas,  mientras mordisqueas
la sinuosidad, por donde placentero
como ave errante surcas por mi cielo,
incitándome  a olvidarme de tabúes,
que coagulen la alquimia que me hechiza,
sería dejar de ser complemento
cuando por añadidura soy tierra
y fuego fértil que abrasa tus locuras.