TU AMAZONA

Toda vez que tus manos dialogan
afanosas y en silencio con mi cuerpo,
un eco se produce ensordeciendo a mi piel,
resonando tus deslices con retumbes
cada vez más reiterados, diferentes,
insistiendo en tocarme toda vez,
me encrespan, me alborotan,
motivándome a estar inquieta,
esperando que tus dedos surquen
más allá de donde llegan,
y conversen hablándome de sí,
presurosas profieren tus ansiedades,
con ese ritmo, que vibra de tus latidos
y yo callo escuchando ese trote
que me anda sin meter prisas,
hendiendo el deseo por mi existencia,  
en cada parte, en todos los resquicios
que vas llenando con estelas,
perfumadas con tu esencia,
cómo viento sin camino me acaricias,
incitándome a galopar sobre tu tierra
como el sol lo hace por el horizonte,
o como la más mejor de las amazonas,
con pruebas de destreza, pialada y doma,
que entre tus piernas se experimenta,
comprobando adecuación,  pero sin razón,
porque el albedrío pierdo totalmente
cuando en tu cuerpo estoy bregando libremente,
con afanes y anhelos incrustados,
desde la punta de los pies a la cabeza,
para darme a ti a toda apuesta,
sin arriesgo y bien certera.